jueves, 24 de diciembre de 2009

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Int: ¿Cuál es la causa del deseo y del temor?
Mah: Obviamente, el recuerdo de los sufrimientos y de los placeres pasados. No hay ningún gran misterio en ello. Los conflictos solo surgen cuando el deseo y el temor se refieren al mismo objeto.
Int: ¿Cómo poner fin al recuerdo?
Mah: No es necesario, ni posible. Dése cuenta de que todo acontece en la consciencia y de que usted es la raíz, la fuente, el fundamento de la consciencia. El mundo es solo una sucesión de experiencias, y usted es lo que las hace conscientes y lo que, no obstante, permanece más allá
de toda experiencia. Es como el calor, la llama y la madera que arde. El calor mantiene la llama, la llama consume la madera. Sin calor no habría ni llama ni combustible. Similarmente, sin la presenciación no habría ninguna consciencia, ni tampoco vida, la cual transforma la materia en un vehículo de la consciencia.
Int: Usted mantiene que sin mí no habría ningún mundo, y que el mundo y mi conocimiento del mundo son idénticos. La ciencia ha llegado a una conclusión completamente diferente: el mundo existe como algo concreto y continuo, mientras que yo soy un subproducto de la evolución biológica del sistema nervioso, el cual, primariamente, no es tanto una sede de la consciencia, como un mecanismo de supervivencia en tanto que individuo y especie. El suyo es un punto de vista enteramente subjetivo, mientras que la ciencia intenta describir todo en términos objetivos. ¿Es inevitable esta contradicción?
Mah: La confusión es aparente y puramente verbal. Lo que es, es. No es ni subjetivo ni objetivo. La materia y la mente no están separadas, son aspectos de una única energía. Considere la mente como una función de la materia y usted tiene la ciencia; considere la materia como el producto de la mente y usted tiene la religión.
Int: ¿Pero cuál es la verdadera? ¿Qué viene primero, la mente o la materia?
Mah: Ninguna de ambas viene primero, pues ninguna de ambas aparece sola. La materia es la forma, la mente es el nombre. Juntas hacen el mundo. La Realidad es omnipenetrante y trascendente, es ser—consciencia—felicidad pura, la verdadera esencia de usted.
Int: Todo lo que yo conozco es la corriente de la consciencia, una inacabable sucesión de aconteceres. El río del tiempo corre, trayendo y llevando sin parar. La transformación del futuro en pasado prosigue todo el tiempo.
Mah: ¿No es usted la víctima de su lenguaje? Usted habla sobre el flujo del tiempo, como si usted fuera estacionario. Pero los aconteceres que usted ha presenciado ayer algún otro puede verlos mañana. Es usted quien está en movimiento y no el tiempo. Deje de moverse y el tiempo cesará.
Int: ¿Qué quiere decir —el tiempo cesará?
Mah: El pasado y el futuro se sumergirán en el eterno ahora.
Int: ¿Pero qué significa en la experiencia efectiva? ¿Cómo sabe que para usted el tiempo ha cesado?
Mah: Puede significar que el pasado y el futuro ya no importan. También puede significar que todo lo que ha acontecido y acontecerá deviene un libro abierto donde se puede leer a voluntad.
Int: Puedo imaginar una suerte de memoria cósmica, accesible con algún entrenamiento. ¿Pero cómo puede conocerse el futuro? Lo inesperado es inevitable.
Mah: Lo que es inesperado en un nivel, se puede tener la certeza de que acontecerá, cuando se ve desde un nivel más alto. Después de todo, nosotros estamos dentro de los límites de la mente. En realidad nada acontece, no hay ningún pasado ni futuro; todo aparece y nada es.
Int: ¿Qué significa, nada es? ¿Se queda usted en blanco, o se va a dormir? ¿O usted disuelve el mundo y nos mantiene a todos en suspenso, hasta que somos traídos de regreso a la vida en el siguiente parpadeo de su pensamiento?
Mah: Oh no, no es tan malo. El mundo de la mente y de la materia, de los nombres y de las formas, continúa, pero no es incumbencia mía en absoluto. Es como tener una sombra. Está aquí —siguiéndome a dondequiera que voy, pero sin estorbarme de ninguna manera. Sigue
siendo un mundo de experiencias, pero no de nombres y de formas relacionados conmigo por deseos y temores. Las experiencias son sin cualidad, experiencia puras, si se puede decir así. Las llamo experiencias a falta de una palabra mejor. Son como las olas sobre la superficie del océano, siempre presentes, pero sin afectar a su apacible poder.
Int: ¿Quiere usted decir que una experiencia puede ser sin nombre, sin forma, no definida?
Mah: En el comienzo toda experiencia es así. Es solo el deseo y el temor, nacidos de la memoria, los que le dan nombre y forma y la separan de las demás experiencias.
No es una experiencia consciente, pues no está en oposición a otras experiencias, pero sin embargo es una experiencia.
Int: Si no es consciente, ¿por qué hablar sobre ella?
Mah: La mayor parte de sus experiencias no son conscientes. Las conscientes son muy pocas. Usted no presencia este hecho debido a que para usted solo cuentan las conscientes. Devenga presenciador de lo no consciente.
Int: ¿Puede uno ser presenciador de lo no consciente? ¿Cómo se hace?
Mah: El deseo y el temor son los factores que obscurecen y distorsionan. Cuando la mente está libre de ellos lo no consciente deviene accesible.
Int: ¿Significa eso que lo no consciente deviene consciente?
Mah: Es más bien al contrario. Lo consciente deviene uno con lo no consciente. La distinción cesa, cualquiera que sea la manera en que usted lo mire.
Int: Estoy sorprendido. ¿Cómo puede uno presenciar y a la vez ser no consciente?
Mah: La presenciación no está limitada a la consciencia. Es presenciación de todo lo que es. La consciencia es consciencia de la dualidad. No hay ninguna dualidad en la presenciación. Es de una sola pieza, cognitividad pura. De la misma manera uno puede hablar del ser puro y de la creación pura —sin nombre, sin forma, silente y sin embargo absolutamente real, poderosa, efectiva. Que sea indescriptible no le afecta en lo más mínimo. Aunque son no conscientes, son esenciales. Lo consciente no puede cambiar fundamentalmente, solo puede modificarse. Toda cosa, para cambiar, debe pasar por la muerte, por el oscurecimiento y la disolución. La joyería de oro debe ser fundida antes de que pueda ser moldeada en otra forma. Lo que se niega a morir no puede renacer.

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